¿Qué buscar en el texto?
La significación del texto se organiza en el entrecruzamiento de dos líneas y de un eje: una línea llamada “discursiva” y una línea denominada “narrativa” (se habla también de “planos” o de “niveles”) y un eje “enunciativo” donde se inscriben las relaciones entre las instancias de producción y de recepción del texto, así como la proyección de ellas en el texto. El análisis se puede orientar por niveles:
1. ¿De qué manera el texto pone en “escena” a los actores en situaciones de espacio y tiempo? ¿Cómo la “puesta en discurso” o la disposición de tales elementos figurativos en el texto organiza la significación, la “forma del contenido”? La descripción de tales recorridos figurativos y el rol de ellos en la organización del sentido se denomina análisis discursivo.
2. ¿De qué manera las situaciones (estados) y las transformaciones (acciones) en que están implicados los actores son agenciadas en el texto? Este agenciamiento de los estados y de las transformaciones organiza también la “forma del contenido” y su descripción depende de un análisis narrativo. En este nivel se podrán determinar las relaciones entre los sujetos, entre éstos con los objetos y los sistemas de valores que sostienen el entramado del relato.
3. ¿Cómo el texto pone en escena (en discurso) y cómo representa las instancias y las operaciones de enunciación (toma de palabra, interacción, dispositivos de interpretación)?, ¿qué roles y qué funciones da a ellos? El reconocimiento de estos fenómenos depende del análisis de la enunciación enunciada.
Estos niveles y el eje de construcción y de articulación del sentido representan, para el trabajo de análisis, las posibles formas de entrar en la investigación: según los textos, será más fácil distinguir los agenciamientos de acciones, de transformaciones de estados o será más evidente distinguir las correlaciones (diferencias, oposiciones, correspondencias) entre los actores, los lugares o los tiempos o será posible describir, de manera inmediata, los juegos de enunciación en la toma de palabra y la intersección de los puntos de vista. En todo caso, la consigna es la misma: distinguir los agenciamientos del sentido, organizar de manera coherente las diferencias para describir la regla. Presentamos aquí las principales preguntas para cada uno de los niveles de análisis.
A. Para el análisis narrativo
1. En este nivel vamos a considerar al texto desde el punto de vista de la secuencia de acciones: a) las series de estados y de transformaciones (secuencias narrativas); b) las posiciones (funciones) narrativas de los personajes (roles actanciales); c) los entramados de las transformaciones (objetos-valores), a saber: objetos de la carencia, deseados, buscados, descubiertos, etc., y los sistemas de valores que ellos articulan.
2. De la primera lectura del texto resulta una hipótesis global (necesariamente provisional y discutible) sobre los entramados del texto (situación inicial y final, actuación o performance que se debe efectuar, objeto-valor que se promueve o se adquiere, transformación principal realizada…). El análisis narrativo consiste en poner orden en esta hipótesis, en proporcionar un modelo riguroso para poder verificarla, validarla a partir del texto mismo y para transformarla si es necesario.
3. La estructura narrativa se elabora a partir de una actuación principal, de una acción alrededor de la cual parece anudarse la transformación de la cual da cuenta el relato. Alrededor de ese “pivote” central, se hace el intento de organizar una representación (un modelo) lógico del relato. Cada actuación o performance puede dar lugar a una secuencia narrativa compuesta de la siguiente manera: manipulación → competencia → actuación → sanción.
La actuación realizada presupone una competencia adquirida por parte de un sujeto operador. Ella presupone, igualmente, que el sujeto operador ha sido investido para la realización de la acción (“manipulación”). La actuación cumplida debe ser validada, es decir, verificada, evaluada y sancionada. Un programa narrativo (PN) está constituido, entonces, por esas cuatro fases lógicamente articuladas.
En los relatos que analizamos, esas cuatro fases no se manifiestan siempre en ese orden; ellas no son « contadas » necesariamente en el orden del esquema expuesto, de modo que el PN es una construcción del análisis para dar cuenta de la organización semiótica subyacente en el texto.
Conviene, en la descripción, respetar los diferentes niveles de acción, la jerarquía de las actuaciones realizadas (existe un programa principal y existen los programas de uso subordinados al programa principal). Esta representación jerárquica y lógica del contenido narrativo permite definir con precisión las unidades narrativas y describir la regla o la ley de organización narrativa del texto que se analiza.
Es necesario ser riguroso en el análisis de los diferentes niveles y no confundir los planos; igualmente, no se deben poner juntas, por ejemplo, la competencia perteneciente a una secuencia x con la sanción de una secuencia y. Lo más simple, para no equivocarse, es ubicar cada secuencia de acción en el marco de la actuación que la caracteriza. Podemos recordar aquí un principio fundamental de la semiótica: los elementos singulares adquieren sentido a partir de su lugar en un conjunto (sistema o estructura). Lo “global” rige lo “local”. El análisis semiótico consiste en proponer un modelo (una representación coherente) de este conjunto global a partir del cual cada uno de sus elementos constituyente se dota de sentido.
4. Para cada una de las secuencias narrativas, y para la globalidad del relato, los diferentes elementos del texto (actores, objetos, acciones) deben encontrar su lugar dentro de esta esquematización global y desde la cual será posible decir cuál es la función (rol) de cada uno de ellos en el conjunto narrativo; es decir, cuál es la significación de cada uno de esos elementos. No debe confundirse el personaje con el rol que él juega en la acción: un personaje puede desempeñar muchos roles y un mismo rol puede ser desempeñado por varios personajes. La articulación de roles asegura la coherencia narrativa.
5. Para el trabajo de descripción, se pueden utilizar, pero sin abusar, las transcripciones o las fórmulas semióticas, en la medida en que ellas obligan a precisar y a clarificar la lectura y los datos en observación. Una transformación de estados se escribe así: F(Sop) (S O) → (S O), Sop representa el rol del sujeto operador, S representa al sujeto de estado, O representa el objeto (el objeto faltante y luego adquirido); representan las relaciones de disyunción y de conjunción entre el sujeto y el objeto-valor. Cada enunciado narrativo puede ser objeto de una transcripción de este tipo.
6. Esas fórmulas son útiles para obtener rigurosos puntos de comparación entre los elementos (los sujetos, los objetos, las relaciones entre ellos) y para precisar sus lugares respectivos en el conjunto narrativo. Pero la lectura semiótica de un texto no puede reducirse a una aplicación de la fórmula.
7. Así, el análisis se ocupará de los roles actanciales de los actores (es decir, de la función que ellos ocupan) en las transformaciones narrativas:
a. Los destinadores (o el rol de aquel en nombre de quien o a partir de quien se efectúan las transformaciones): se trata del iniciador del programa por cumplir y el garante de los valores que se ponen en juego. El rol del destinador aparece: i) en la fase de la manipulación, cuando el destinador hace hacer algo (la actuación) a alguien (el sujeto operador) para alguien (el sujeto de estado): él “lanza” el programa y establece el sistema de valores; ii) en la fase de la sanción, cuando el destinador interpreta y evalúa la actuación realizada (acción, resultados, sujeto operador, medios, etc.) en función de su sistema de valores y atribuye (porque reconoce al sujeto operador) los objetos-mensaje.
b. Los sujetos operadores o sujetos del hacer (quienes realizan la transformación) y los sujetos de estado (sobre quien o para quien se realiza la acción). Con respecto de los sujetos operadores, el análisis se interesa en su estatuto modal: ¿dónde están ellos en relación con el deber-hacer, el querer-hacer, el saber-hacer y el poder-hacer?
8. En las diferentes secuencias narrativas, se intentará describir con precisión el tipo de actuación que ocurre: atribución, desposesión, renunciación (que son las diferentes formas de transmisión del objeto). En la actuación o performance siempre está implicada, en efecto, la relación entre un sujeto y un objeto. Esta relación (S → O), y sus transformaciones posibles, es, en cierto modo, la matriz de la organización narrativa en la semiótica clásica.
9. Para precisar los elementos de descripción narrativa, se observará minuciosamente el estatuto de los objetos puesto en marcha en las transformaciones. Aquí se denomina objeto a un actante puesto en relación (de conjunción, de disyunción o de búsqueda) con un sujeto (S → O). El análisis debe ser cuidadoso para no confundir las funciones de los objetos. En un texto, el objeto puede aparecer con la figura de un elemento material (por ejemplo, un automóvil), de un personaje (por ejemplo, una princesa) o de una entidad abstracta (por ejemplo, la libertad). Lo que importa es la relación entre el objeto y el sujeto, así como el valor conferido al objeto. Éste puede jugar el rol de: a) objeto-valor, objeto principal de la búsqueda (por ejemplo, /libertad/, /riqueza/, etc.); b) objeto-modal u objeto necesario para la realización de la búsqueda (objeto correspondiente a un poder-hacer o a un saber-hacer y que puede manifestarse a través de diversas figuras); c) objeto-mensaje u objeto que funciona como un signo (corona, festín, la mitad del reino, etc.) y en el que se manifiesta el reconocimiento del sujeto-operador en el momento de la sanción; d) finalmente, tenemos el objeto que se define por el valor que representa para un sujeto; este valor se situará en un sistema de valores que es posible representar con un cuadrado semiótico.
Estas notas, en esta primera parte, proporcionan un « catálogo » de preguntas para no olvidar demasiadas cosas en la observación del contenido narrativo de un texto. Un texto particular no responderá necesariamente a todas estas preguntas. Para la restitución del análisis narrativo, conviene partir de la globalidad del texto y del sistema de valores alrededor del cual se organizan los programas (que buscan la realización del valor-propositivo llamado también valor- eufórico) y los anti-programas (que buscan la neutralización del PN positivo y la realización de un PN negativo llamado disfórico). La estructura polémica (PN/Anti-PN) está en el basamento de la lógica narrativa.
Según el objetivo que se proponga en el análisis narrativo, y según la naturaleza de los textos que se estudian, se podrá insistir sobre uno u otro aspecto de este nivel componente del texto: a) interesarse en las secuencias de acción; b) interesarse en el estatuto de los sujetos, en los tipos de modalidades que los caracterizan y en las transformaciones realizada en ese plano; c) interesarse en los objetos-valor y en los sistemas de valores que parecen sostener la organización narrativa del texto.
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